El mundo se ha comprometido a proteger el 30% de los océanos para 2030 mediante la adopción del nuevo Tratado de Alta Mar. Alcanzar el objetivo de 3Oх30 del GBF (Global Biodiversity Framework) exigirá triplicar las zonas marinas bajo algún grado de protección en sólo seis años.

Según el PNUMA, conservar y proteger el 30% de los océanos tiene un costo financiero de entre 9.000 y 12.000 millones de dólares al año, entre 9 y 10 veces el gasto actual en áreas marinas protegidas en todo el mundo.

En este contexto, la filantropía medioambiental desempeña un papel catalizador no sólo en términos financieros, sino también a la hora de alcanzar acuerdos nacionales e internacionales sobre el clima y el medio ambiente para acelerar la consecución de los objetivos de conservación oceánica y terrestre.

Sin embargo, nuestra sociedad no ha sido capaz de avanzar hacia niveles suficientes de colaboración y trabajo intersectorial.

En este sentido, la ciencia se convierte en un elemento central a la hora de ofrecer la posibilidad de alinear a los diferentes gobiernos en torno a soluciones comunes y consensuadas basadas en la evidencia científica.