Aunque científicos nacionales consideran prematuro hablar de un “baby boom”, un estudio británico indica que se trata del mayor número de embarazos que se han registrado en los últimos 10 años.
La población de ballenas jorobadas ( Megaptera novaeangliae ) en el hemisferio sur todavía está lejos de alcanzar los números que mantenía antes de que comenzara su caza, cuando sumaban varios cientos de miles. Así lo reconoce el biólogo Juan Capella, quien lleva más de 20 años trabajando con la especie tanto en Chile como en Colombia y Ecuador. “Se han triplicado en los últimos 20 años, pasando de menos de 2 mil a 6 mil individuos. Es una tendencia que ya lleva tiempo, pero producto del cambio climático la variación en la última década ha sido gigantesca. Algunos años nacen más y otros menos”, dice.
Por eso generó optimismo la información revelada hace unos días por la revista de la Royal Society de Londres, y que fue replicada en publicaciones como The New York Times, que asegura que estos cetáceos experimentan un “baby boom”, es decir, una explosión en sus poblaciones australes.
Los datos para hacer esa afirmación se basan en que las ballenas de la península antártica presentan un alto nivel de hembras preñadas, alcanzando en 2014 un 86% de los ejemplares muestreados, lo que es un número muy elevado en el caso de este cetáceo.
Tal información la obtuvieron a partir de datos genéticos y el nivel de progesterona (la hormona que más aumenta durante el embarazo) presente en el tejido graso de las ballenas estudiadas.
La investigación también sugiere que el aumento de población se debería a que el cambio climático favorece el deshielo en la Antártica, lo que aumenta la presencia de krill, alimento de las ballenas.
Según Capella, investigador de la Fundación Yubarta y la organización Whalesound, aparentemente hay un alto porcentaje de hembras preñadas, pero la misma investigación reconoce que al año siguiente el número de ballenatos que realmente observaron fue cerca de un tercio de lo esperable.
Destino de las crías
Esto podría deberse a varios factores, partiendo por una alta mortalidad de las crías causada por choques de embarcaciones, enmallamientos accidentales, varamientos, enfermedades o ataques de orcas, dice Capella.
Otras dos posibilidades son que el nivel de progesterona no refleje necesariamente embarazo real o a que las ballenas muestreadas sean diferentes de un año a otro.
“Es un estudio muy interesante porque da un poco de luz sobre lo que estaría pasando con las ballenas jorobadas, pero hay que manejar los datos con mucho cuidado”, coincide la bióloga Sonia Español. La profesional trabaja para la Fundación Meri con ballenas jorobadas en el golfo de Corcovado, frente a Chiloé. “La ballena puede estar preñada, pero después el feto no tiene por qué desarrollarse o puede nacer y morir a corto plazo”. A su juicio, es necesario un seguimiento de las hembras embarazadas.
Considera que lo de la abundancia de krill también es relativo. “En la misma investigación reconocen que hay otros estudios que advierten que el aumento de la temperatura del agua estaría cambiando a ese alimento”, dice Español. Esto, porque el krill estaría siendo reemplazado por otro pequeño crustáceo de menor valor nutritivo para las ballenas.
Desde 1966, la ballena jorobada no es capturada a nivel mundial y eso ha favorecido su recuperación, coinciden los especialistas. “Hay un aumento, aunque hablar de ‘baby boom’ es mucho decir. Vamos por el buen camino, pero queda mucho por delante”, dice Español.
Richard García
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Fuente: El Mercurio