El suelo es un recurso natural fundamental para la conservación de la biodiversidad, mantención del ecosistema y la mitigación del cambio climático.
¿Por qué es importante su conservación? Por la biodiversidad: los ecosistemas terrestres con suelos bien gestionados son capaces de albergar el 70% de la biodiversidad terrestre. Para mitigar el cambio climático: los suelos y las plantas capturan alrededor del 20% del carbono generado por el hombre en el planeta. Y por los servicios ecosistémicos: es decir, la interacción beneficiosa entre el ecosistema y el ser humano, donde podemos contemplar, por ejemplo, las tierras de uso agrícola y forestal.
La principal amenaza para este recurso es el ser humano. Cuando la población crece, importantes porciones de suelo dejan de ser tierra de cultivo para permitir el crecimiento de las ciudades. Tan solo en Chile, en 2002 contábamos con 15.6 millones de habitantes, y las proyecciones para 2035 indican que llegaremos a 21.1 millones. En los últimos 20 años, la zona central de nuestro país ha perdido alrededor de 30.000 hectáreas de suelos altamente productivos. Este cambio de uso de suelo, generado por la agricultura y la deforestación, produce emisiones de gases de efecto invernadero (CH4 y NO2) y acelera el proceso de cambio climático.
¿Cuáles son los desafíos? La conservación de los ecosistemas terrestres; la restauración de los ecosistemas degradados —que implica el restablecimiento de los servicios ecosistémicos provistos por dicho territorio—; y el mejoramiento en la gestión y uso de los suelos.
Para lograrlo, una opción es proteger los territorios. Solo el 17% del suelo en Chile (6.9 millones de hectáreas) es factible de utilizar para agricultura. Sin embargo, solo el 3% de éste puede ser utilizado de forma intensiva por sus características propias.
Así, Chile cuenta con una superficie aproximada de 14.6 millones de hectáreas de terreno protegido, equivalentes al 20% del territorio nacional (CONAF, 2017). Las iniciativas privadas de conservación aportan con 120.000 hectáreas protegidas, equivalentes al 0.8% del territorio nacional (Así Conserva Chile, 2019).
En esta línea, te invitamos a conocer el trabajo realizado en las Reservas Elementales, ubicadas en las latitudes 22°, 33° y 44°. Por ejemplo en la latitud 33°, en San José de Maipo, la reserva Likandes presenta un 77% de vegetación nativa.
Otra de las opciones es recurrir a la ciencia como aliada, aplicada para trabajar en la restauración de suelos degradados y mejorar la gestión del uso del suelo.
La gestión del uso del suelo involucra:
- Compatibilizar la producción agrícola con la conservación de los ecosistemas terrestres.
- Desarrollar prácticas agrícolas innovadoras que optimicen el uso de los recursos hídricos y del suelo, evitando el sobreconsumo y degradación de los ecosistemas. Actualmente, la sequía y la desertificación causan la pérdida de alrededor de 12 millones de hectáreas de tierras por año.
- Encontrar la manera de aumentar la producción agrícola sin reducir la superficie forestal es uno de los mayores problemas de nuestro tiempo. Alrededor de 13 millones de hectáreas de bosques fueron convertidas a otros usos de la tierra, principalmente, a agricultura y crecimiento urbano.
- El sobrepastoreo, el uso excesivo de plaguicidas y prácticas de riego inadecuadas, al igual que la desforestación, son causas relevantes del deterioro del suelo. El 33% de la tierra sufre una degradación entre moderada y alta debido a la erosión, salinización, compactación y contaminación química de los suelos.
Chile y sus diversos territorios es un laboratorio natural para trabajar estos temas. Aunque no es necesario tener acceso a un gran terreno para colaborar, puedes hacerlo desde tu casa. Revisa nuestro manual de Huertas Emergentes y aprende a conservar el suelo a pequeña escala, incluso desde una maceta.