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[Bío Bío Chile] Nidos de barro, beben «sangre», guarderías: la vida de los flamencos en el norte de Chile

Esta especie, considerada como «amenazada» por el Ministerio de Medio Ambiente, se alimenta y reproduce en los salares, donde enfrentan varias amenazas: al cambio climático se suma el turismo no regulado, los animales asilvestrados y la extracción de litio. A inicios de febrero terminó el más reciente censo de estos animales, que en 2022 totalizaban 39.535 en la macrozona norte, según Conaf.

Entre el 30 de enero y el 4 de febrero la Corporación Nacional Forestal (Conaf), la Fundación MERI y guías locales de Toconao y Peine realizaron el más reciente censo de flamencos altoandinos en la Reserva Nacional Flamencos y sus sectores aledaños, en la región de Antofagasta.

El trabajo se enfocó en las rutas Alto Loa, Sico, Jama, Salar de Atacama y la zona de los géisers del Tatio.

En estas zonas se ubican los sitios de reproducción y alimentación que concentran a la población de flamencos, una especie “amenazada” según el Ministerio de Medio Ambiente.

Los resultados del conteo se oficializarán una vez que esta misma cartera consolide los datos.

La vida de los flamencos en el norte

En nuestro país viven tres de las seis especies de flamencos del mundo.

Según cifras de Conaf, en 2022, en la Reserva Los Flamencos y sus inmediaciones había 3.998 ejemplares James, 3.326 andinos y 243 chilenos.

En total, hasta el momento, en la macrozona norte de Chile habitan 39.535 de estas aves.

Los James, andinos y chilenos se alimentan, reproducen y encuentran refugio en los salares, lagos y lagunas andinas, rodeados de montañas donde las temperaturas son extremas.

Pero los flamencos están adaptados a ese clima y sus plumas son el aislante ideal para soportar cambios bruscos de temperatura entre día y noche.

Según la Fundación MERI las lagunas altoandinas son más profundas y no tienen una concentración de sales tan elevada en comparación a los salares, a lo que se suma que la biodiversidad de plantas y aves es mayor.

A la hora de la anidación, una pareja de flamencos construye un nido de barro con una forma de volcán. La hembra pone un solo huevo y luego de 30 días eclosiona el polluelo.

Luego que las crías rompen el cascarón están alrededor de dos semanas en el nido de barro y cuando son lo suficientemente fuertes se reúnen con las demás crías en grupos enormes, formando “guarderías”.

Finalmente los flamencos alimentan a las crías con leche de buche, una mezcla semidigerida de microalgas e invertebrados, lo que forma una sustancia líquida de color rojo parecido a la sangre.

Amenazas

Una amenaza importante en el norte para los flamencos es el turismo no regulado, es decir, visitas turísticas sin respetar distancias de avistamiento, el acoso a las aves y polluelos con prácticas irrespetuosas para hacerlos volar (como arrojar piedras), entre otras malas prácticas.

A eso se suma el riesgo de mascotas que deambulan sin supervisión ni depender de un humano, como perros y gatos asilvestrados.

Además, esta especie se alimenta y reproduce en los salares, donde otra amenaza es la actividad extractiva del litio, que drena el agua para obtener el metal.

Anita María Huichaman, directora de Conaf Antofagasta, explicó que los guardaparques, guías locales y voluntarios que hacen el censo utilizan “equipos ópticos de buena resolución, ya que se deben identificar y contabilizar las tres especies existentes”.

“Se utilizan binoculares para distancias cortas en lagunas pequeñas y monoculares para largas distancias y grandes grupos de flamencos o bien dispersos en toda el área de la laguna”, explicó.

Por su parte Dominique Durand, encargada de proyectos especiales de MERI, detalló que “las lagunas hipersalinas como objeto de conservación son ecosistemas a proteger, siendo el flamenco un importante barómetro de su salud”.

“La colaboración con Conaf en el censo durante el periodo de reproductivo de los flamencos nos ha permitido levantar un importante trabajo de campo para fortalecer nuestro programa de educación ambiental”, cerró.

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