“En enero de 2017, nos encontrábamos en la Reserva Elemental de Melimoyu registrando la diversidad marina de su bahía por encargo de la Fundación MERI. Luego de varios días de espera, finalmente se dieron las condiciones climáticas para navegar hasta el Islote Locos, ubicado en medio del Golfo del Corcovado, lugar donde habitan colonias de lobos marinos comunes y finos australes. El difícil acceso a este islote ha preservado su fondo marino en un excelente estado de conservación, un ejemplo de cómo debería verse la Patagonia bajo el mar.
En cuanto nos sumergimos los lobos se acercaron en gran número a nosotros. Con sus ágiles movimientos levantaban sedimento desde el fondo, lo que hacía difícil la iluminación. Después de unos minutos, la mayoría de los lobos se aburren de nosotros y regresan a sus actividades normales dejándonos solos bajo el agua. Sólo los más curiosos o algunos ejemplares jóvenes nos seguían durante el buceo.
De pronto, a unos 18 metros de profundidad, me encontré con esta enorme actinia rosada característica del sur. Imaginé que sería una buena foto ponerla en primer plano y que atrás apareciera un lobo, de esa manera podría mostrar dos especies emblemáticas de este apartado lugar. Me arrodillé en el fondo, medí la luz ambiente, ajusté la potencia de mis flashes y luego sólo fue cosa de esperar a que un lobo se decidiera a pasar justo por enfrente de la cámara”.
“¿Qué es en lo primero que piensas cuando escuchas la palabra ‘bosque’? Seguramente tu mente visualiza un paisaje con muchos árboles altos y frondosos, aves revoloteando, predomina un color verde intenso. Un lugar apacible – qué ganas de estar allí en estos días de encierro, ¿no?–. Pero, por muy llamativo que se vea ese paisaje, cuando yo cierro los ojos y pienso en un bosque, lo primero que recuerdo es la primera vez que buceé en el Estrecho de Magallanes. Allí, en el reino submarino, me adentré en un bosque como ningún otro: en vez de árboles, había algas muy altas, tanto que tocaban la superficie; y en vez de aves, muchos peces e invertebrados nadaban alrededor; sentía la ingravidez mientras el agua helada me pinchaba la cara, pero de una forma agradable y energizante. En ese lugar, la vida acuática prospera. Se trata de uno de los ecosistemas característicos de las costas de Patagonia: los bosques submarinos de huiros”.
Foto: Catalina Velasco
“La mirada directa, tranquila y curiosa de este pez hace que esta fotografía sea muy especial para mí, siento que dice algo de lo que podemos lograr con la naturaleza. Es un bilagay, un pez muy común en nuestras costas, pero que nunca deja de asombrar con su belleza y colores. Las fotografías las tomo en buceo apnea, pienso que eso me ayuda a acercarme a los peces que ahí viven, camuflados en las piedras y bajo los maravillosos bosques que algas.
Esta fotografía fue tomada en uno de los lugares más maravillosos que me ha tocado bucear, y está en nuestro país. Se trata de Bahía Chascos, en la Tercera Región, una bahía que al día de hoy aún se mantiene casi prístina, alberga una vida silvestre muy diversa, y esperemos que lo siga siendo, ya que existen proyectos industriales que la ponen en peligro”.
Foto: Claudia Berner
“Elegí esta foto como mi favorita, porque es la portada de mi libro @pichilemucapitaldelsurf y porque para mí representa la magnitud y la belleza de Punta de Lobos, en Pichilemu. Esta foto también representó la comunicación acerca de la protección de este lugar y la idea de cómo todos podemos colaborar de distinta forma al cuidado y la conservación de nuestra costa. Eso es algo a lo que estamos abocados ahora con Fundación Rompientes: proteger las costas y las olas de Chile”.
“Esta foto saqué en 2003, en mi primer año en el Centro Cientifico Huinay. Fue un buceo en Punta Llonco, en el fiordo Comau, a 25m de profundidad. Lo que se ve es el banco de corales someros más grande del fiordo, un lugar con una diversidad increíble. El trasfondo verde viene de una floración de algas. En este mismo lugar, 10 años después comparamos la vida marina y nos asustamos, porque la abundancia de la gorgonias, anémonas grandes y briozoas ha disminuido en un 75%; una especies de anémonas ha desaparecido, los eremitaños y los camarones de roca casi no se veían más… Por la eutrofización, las floraciones de algas hoy en día son más frecuentes y más fuertes, y después de una de éstas, en 2012 los corales murieron a lo largo de mas de 15 km del fiordo Comau… Pero los fiordos de la Décima Región son únicos en el mundo por tener bancos de corales de aguas frías en aguas muy someras (desde las 20m aprox.). Los corales de aguas frías son importantes porque proveen hábitat para muchas especies, y están especialmente amenazadas por la acidificación de los océanos, un fenómeno asociado al cambio climático. En esta foto se ve que los corales viven solamente debajo de pendientes, porque son sensibles a la sedimentación, la cual hay aumenta mucho debido a la presencia de las salmoneras”.
“En los más de veinte años que llevo buceando, nunca me había tocado un momento como el que viví este verano en la Reserva Marina Isla Chañaral, Región de Atacama, junto al fotógrafo Francis Perez y la oceanógrafa Susannah Buchan. Estábamos trabajando en la primera etapa de un libro de mamíferos marinos de la reserva y esta era una salida regular para intentar grabar chungungos, pero en su lugar, encontramos a un grupo de más de ocho ballenas comiendo krill en la superficie, pegadas a la isla. Estuvimos alrededor de dos horas flotando, rodeados de ballenas fin (Balaenoptera Physalus) de 20 metros de largo cada una, y de nubes de krill, donde pude obtener el registro de esta ballena fin, que está en peligro de extinción, gigante pero frágil, llena de vida, con su boca inflada, navegando silenciosamente entre el krill abundante del Archipiélago Humboldt, único lugar determinado de alimentación de esta especie en el norte de nuestro país. Un momento y una imagen que jamás olvidaré”.
“A unos pocos metros de profundidad muy cerca de Santiago se encuentran estos corales. ¡Sí!, son corales (Lophogorgia platyclados) y forman un hábitat desconocido para muchos; a partir de 20m de profundidad, estos corales pueden formar parte del hábitat primario de muchos peces y tiburones de nuestra costa. Esta fotografía es muy reciente, forma parte de una iniciativa local para cuidar los campos dunares (la Gota de Leche) que conectan a estos bosques y están sin medidas de protección aún. Me llena de satisfacción haber tomado esta fotografía y compartirla. Me di cuenta de que sin viajar muy lejos a sólo unos minutos de mi casa, podemos ver estas frágiles especies, cuyos colores resaltan hasta grandes profundidades del océano.
El mar nos sorprende y lo conocemos poco. Aquí en Las Cruces (San Antonio) estos corales están vinculados por el flujo de depredadores que colocan huevos en sus ramas con aquellos bosques de algas pardas quienes también esta conectadas a la costa dando múltiples servicios ecosistémicos. El borde costero donde habitan estas especies necesita de regulación y protección por las constantes amenazas que aumentan a diario como construcciones mega puertos, pesquerías ilegales y no reguladas, sobreexplotación, contaminación por plásticos, el cambio climático. Este mar es nuestro, frágil e inagotable es momento de cambiar nuestro paradigma sobre la mar”.