Los rorcuales comunes del hemisferio sur estuvieron al borde de la extinción en el siglo XX. Ahora, un grupo de científicos apunta a la recuperación de la especie y confirma su regreso a sus antiguas zonas de alimentación.
Estuvieron al borde de la extinción, pero el rorcual común, la segunda especie de ballena más grande después de la ballena azul, se recupera en aguas antárticas. Por primera vez desde que se prohibió su caza hace más de cuatro décadas, un grupo de científicos ha certificado y grabado a grupos de hasta 150 de estas ballenas de aleta alimentándose juntas en los caladeros que habían quedado en desuso por el declive de la especie.
«Nunca antes había visto tantas ballenas en un solo lugar. Estaba absolutamente fascinada al ver cómo se alimentaban estos grupos masivos», dice la bióloga Bettina Meyer, coautora de la investigación publicada este jueves en ‘Scientific Reports’.
Los rorcuales comunes fueron cazados durante el siglo XIX y más de 700.000 ejemplares fueron capturados entre 1904, cuando comenzó la caza comercial intensiva en el Océano Austral, y 1976, cuando la cuota de captura de estas ballenas se fijó en cero. Para esa fecha, la población se había reducido a entre 3.000 y 6.000 ballenas de aleta de las 325.000 que había a principios del siglo XX. El declive provocó que prácticamente desaparecieran de las zonas de alimentación en aguas antárticas que antes frecuentaban.
El ‘milagro’ de Isla Elefante
Sin embargo, en los últimos 20 años, el rorcual común ha ido reapareciendo. Atraídos por los avistamientos ocasionales, la primera autora del estudio, Helena Herr, de la Universidad de Hamburgo (Alemania) y un grupo de científicos, junto con un equipo de cámaras de la BBC, decidieron iniciar un nuevo estudio sobre la población de rorcuales comunes en la Antártida. En dos expediciones en 2018 y 2019 recorrieron 3.251 kilómetros y encontraron, sobre todo, grupos de hasta cuatro ejemplares. La sorpresa llegó de cerca de la Isla Elefante en el Mar de Weddell, frente a la Península Antártica. Allí descubrieron un grupo de 50 ballenas. Sería el primero de los ocho grupos inusualmente grandes detectados, que llegaron a ser de hasta 150 ejemplares.
«Corrí directamente a nuestro monitor, que utiliza métodos de medición acústicos para mostrar la presencia y el tamaño de los enjambres de krill en el agua», cuenta Meyer en una nota informativa. «Pudimos identificar los enjambres e incluso ver cómo los cazaban las ballenas». Hasta entonces, el grupo máximo de rorcuales comunes certificado por los científicos en la Antártida había sido de trece ejemplares.
Fuente: Abc