Investigadores del Instituto de Conservación de Ballenas y Ocean Alliance, lideraron un estudio que describe por primera vez el efecto del Cambio Climático sobre la supervivencia de las hembras de ballena Franca Austral, especie que se encuentra en peligro de extinción.
Este estudio arrojó una preocupante conclusión: la mortalidad de las ballenas aumenta luego de eventos climáticos como El Niño, pudiendo retrasar o incluso impedir la recuperación de las poblaciones.
Este fue liderado por la bióloga Macarena Agrelo, investigadora del ICB y estudiante de doctorado del Programa de posgrado en Ecología de la Universidad Federal de Santa Catarina en Brasil. Macarena explica que:
“Las amenazas que las ballenas enfrentan pueden afectar su supervivencia, y en consecuencia su recuperación poblacional. Identificar estas amenazas y sus efectos nos permite proyectar el futuro de la población en diferentes escenarios de conservación y manejo.”
Este panorama es preocupante sobre todo por el importante rol que cumplen las ballenas para la salud del océano y el ecosistema marino, ya que al migrar largas distancias desde las áreas de alimentación, ricas en nutrientes, a las áreas de reproducción, actúan como fertilizadoras de los océanos a través de los nutrientes que aportan con sus heces, proceso conocido como “whale pump”, promoviendo la biodiversidad y favoreciendo la floración de algas de las que se alimenta el krill. Una retroalimentación positiva entre las ballenas, el plancton y el krill, conocida como la paradoja del krill, contribuye en gran escala a mantener sanas las redes tróficas del Océano.
Además, las ballenas ayudan en la mitigación del Cambio Climático mediante la captura de toneladas de carbono en sus enormes cuerpos durante toda su vida, por ello son importantes las iniciativas como The Blue BOAT Initiative creada por Fundación Meri y el Ministerio de Medio Ambiente, que vela por el cuidado de las ballenas a través de boyas oceanográficas que advierten a embarcaciones sobre su presencia para evitar colisiones entre embarcaciones y cetáceos, además de cuidar el estado de salud de los océanos a través de sensores en las boyas que monitorean y aportan conocimiento sobre su temperatura, conductividad, oxígeno disuelto y clorofila.
Este estudio revela la importancia de considerar el efecto que la Crisis Climática tiene sobre las poblaciones de ballenas. Además, refuerza la idea de que, en vista de un escenario futuro de calentamiento global más intenso, un atraso en la recuperación de las poblaciones de ballenas puede tener un gran impacto sobre las otras especies que forman parte de la red trófica del Océano Austral.
En resumen existe una cadena que debemos considerar: debemos cuidar el planeta para cuidar las ballenas, para que ellas nos cuiden a nosotros.